miércoles, 29 de septiembre de 2010

BREVES HISTORIAS DE FANTASMAS

Eleuterio es muy joven, y tiene dos problemas. Uno es su nombre, porque no le gusta para nada. Posiblemente no sabe que la esencia de esa palabra expresa “liberación”. El otro problema, es conseguir un trabajo estable.

Eleuterio escuchó a su abuelo contar muchas historias de cuando trabajaba en la fábrica, haciendo conservas de tomate. Siempre decía que la sirena suspiraba como marcándole el pulso al pueblo. De todas las historias, la que más le gusta, es la de los sindicatos. Eleuterio cree que frente al capital económico, el trabajador podía defender su capital, la fuerza de trabajo, y con ello, su respeto.
Hoy, las esferas laborales son más amplias, pero a pesar de ello, Eleuterio siente que un fantasma sobrevuela la humanidad.
Cada vez que consigue un trabajo, tiene que agachar la cabeza, aceptar los centavos que le dan a cambio, y nunca puede vislumbrar el horizonte. Siente que el fantasma, lo primero que hace, es quebrar su dignidad. Siente que el fantasma controla su vida, la de su familia, la de todos nosotros. Siente que el fantasma dice: “si no te portás bien, te podés quedar sin trabajo”.
Entonces, cerrando los ojos, apretando los puños, y con la secreta esperanza de que su sacrificio logrará espantar al fantasma de la desocupación, trata de imaginar un horizonte donde el ser humano ya no sea una mercancía que se compra y que se vende en el mercado globalizado del mundo.
Con Eleuterio, luchemos por un horizonte donde cada ser humano viva con la dignidad que le corresponde, simplemente, por el maravilloso hecho de ser humano.

Obac Nébur